domingo, 3 de abril de 2011

Tomatera Turunlera

Érase una vez una niña que iba al cole que tenia un nombre muy extraño muy extraño que nadie había oído jamás. Se llamaba Tomatera Turunlera. Sus compañeros no paraban de meterse con ella porque según ellos tenia un nombre rarísimo, y por eso no le dejaban jugar con ellos. Entonces Tomatera jugaba siempre sola en el recreo y estaba triste. Tomatera le preguntaba a su padre o a su madre, que porqué ella se llamaba así, que nadie quería ser su amiga suya, que estaba siempre aburrida y triste.

-         No te preocupes Tomatera, -- Le decía su padre – ya verás como las cosas se arreglan y pronto tienes amigos
-         Jooo, papá, si es que con este nombre todos se rien de mi.
-         No es que tengas un nombre de lo más común, hija, pero te aseguro que algún día estarás orgullosa de cómo te llamas, porque además es de lo más original. – Replicaba su madre.
-         Demasiado original,… -- Repetía tristemente Tomatera.

Y así le tocaba quedarse conforme a Tomatera todos los dias.

Hasta que un dia llegó a clase un nuevo alumno. En cuanto la señorita dijo su nombre para presentarlo, la clase estalló en una enorme carcajada. Toda la clase excepto Tomatera y Choricero Mastapán, y la señorita, claro está.

A la hora del recreo de ese mismo día Tomatera y Choricero deambulaban solos por el patio. Choricero estaba más que consentido a que nadie iba a querer ser su amigo, y ni mucho menos jugar con él, excepto si se trataba de jugar a los bocadillos humanos, donde a él siempre la tocaba la peor parte: la de ser el relleno del bocadillo. Tomatera se acercó a él y le dijo:

-         Hola, yo soy Tomatera Turunlera.

Y acto seguido Choricero se sonrió, mitad porque le daba risa el nombre y mitad porque por fin habia encontrado a alguien a quien le pasaba lo mismo que a él. Tomatera se percató y le dijo bromeando:

-         Oye, no te rias de mi…
-         No me rio de ti, aunque tienes un nombre muy gracioso, jajaja. Encantado de conocerte. Yo soy Choricero.

Y acto seguido los dos niños estallaron en una enorme carcajada. Jamás nadie, ni siquiera las señoritas del colegio, que siempre se enteran de todo, habian visto a Tomatera tan sonriente. A lo mejor sus padres tenian toda la razón del mundo y tenia que sentirse orgullosa de verdad. En cualquier caso, Tomatera sintió que un cambio se cocinaba dentro de ella.

Sin embargo los niños de la clase seguían metiendose con ellos. Pero por lo menos se tenian el uno al otro y jugaban juntos.

Hasta que otro dia sucedió algo más. Una niña nueva en clase. Tímida y callada. Se llamaba Zurunlaira Crispina. La seño se limitó a anunciar a la clase que tenian una compañera nueva y que esperaba que entre todos le hicieran sentir como en casa. Los niños de la clase se acercaron a Zurunlaira para conocerla mejor, pero al ver que ésta no hacia ni decia nada y rehuía la mirada, todos los niños decidieron no hacerle caso. Todos los niños excepto Tomatera, Choricero, y la señorita, claro está.

Tomatera, que en realidad es una niña bastante decidida, se acercó con Choricero hasta el rincón del recreo en el que se encontraba Zurunlaira y le dijo:

-         Hola, me llamo Tomatera y este es Choricero.

Acto seguido Zurunlaira sonrió. Y dijo:

-         Yo me llamo Zurunlaira Crispina.
-         Tu nombre es también diferente. ¡Que genial! – Dijo Choricero. Eso le encantó a Zurunlaira, quien se sintió reconfortada.
-         ¿Quieres ser nuestra amiga? – Preguntó Tomatera
-         Pues claro que si.

Y se pusieron a jugar entre ellos. Los demás niños veian que la nueva compañera jugaba con los dos niños con nombres raros. Y sin embargo no queria jugar con ellos. Algunos de los cabecillas de la clase intentaron unir a Zurunlaira a sus pandillas, que además era una niña muy guapa. Pero siempre se reian de ella en cuanto les decía su nombre.

-         Ellos se lo pierden. – Decía Tomatera a menudo, quien había asumido su condicion de tener un nombre diferente. – Si no saben darse cuenta de que jugar contigo es muy divertido, aunque te llames Zurunlaira, es que son tontos.
-         Jajajajaja,… tontos, si Tomatera, muy tontos.
-         Pero tontos tontorrones, no solo tontos, jajajaja – Dijo Choricero.

Y siguieron jugando.

Con el paso del tiempo llegaron otros dos nuevos alumnos, a los que les ocurría lo mismo. Se trataba de Jambrina Jengirufa y Clostideo Purrupum. No fueron bien recibidos por los demás. Todos los niños no les hacian caso. Todos los niños excepto Tomatera, Choricero, Zurunlaira y la señorita, claro está.

La pandilla de los niños de nombres extraños era además un ejemplo de armonía. Siempre se lo pasaban bien, pues sabian perfectamente lo que era sentirse discriminados y rechazados y todos sabian del poder destructivo que tenian las ofensas entre ellos y todos eran conscientes de que se lo podian pasar bien juntos porque se respetaban entre si. Por lo único que se peleaban algunas veces era por ver quién tenía el nombre más raro. La señorita se sentía orgullosa de esa pandilla. Aunque los demás niños de la clase los seguían viendo como una pandilla rara.

-         Oidme, tengo una idea – Dijo Tomatera
-         ¿Cual?
-         ¿Y si hacemos un club?
-         ¿Un club? ¿De qué? ¿Para qué? – Preguntaron casi todos a la vez.
-         ¡Pues un club de niños con nombres raros!
-         ¡Genial! – Gritaron al unísono
-         ¡Y no dejaremos que nadie más entre! – Dijo Jambrina
-         No, no. Esa no es la intencion. – Corrigió Tomatera. – En este club nos gusta pasarnoslo bien. Y nos lo pasaremos mejor cuantos mas seamos. Y dejaremos que cualquier niño que quiera pueda entrar en él. Pero con la condición…. ¡ de que tenga su propio nombre raro!

A todos los niños les pareció una idea fantástica. Desde entonces fueron el club de los niños con nombres raros.

-         Y además, haremos una cosa… -- Prosiguió Tomatera.
-         ¿El qué, Tomatera? – Preguntó Clostideo
-         Pues nos defenderemos y protegeremos entre nosotros. Ay del que se meta con uno de nosotros. Iremos todos los demás a defenderle. ¡A ver quien se atreve!

Los niños del club estaban cada vez más encantados con la idea, y sobre todo de tener a Tomatera al frente. Ya no tenian que temer a nada ni a nadie.

O a casi nadie, pues un día llegó un niño nuevo. Pero este no se escondía de nadie, ni tenia miedo de nadie, ni tenia un nombre raro, y además era grande, fuerte, y tenia cara de malo. Es más, es lo que todo el mundo dice que es un niño malo. Y tenia un nombre de niño malo: Jack. Todo el mundo le tuvo pánico de inmediato a ese niño. Todo el mundo excepto Tomatera, Choricero, Zurunlaira, Jambrina y Clostideo, y la señorita, claro está.

Ese mismo día en el recreo, Jack, se empezó a meter con todos los niños de la clase, uno a uno. Todos recibieron un regalito de presentación de Jack, pues empezó a repartir empujones, tortazos, zancadillas, gritos, sustos, pellizcos, … aprovechando cualquier momento en que ninguna de las señoritas miraban. Nadie se atrevía a decirle a la señorita lo que Jack hacía por miedo a que le pegase más.

Hasta que se dirigió a Clostideo, que además era un niño un poco enclenque, y le dijo, dandole un empujon:

-         Cómo te llamas, enano.
-         Me llamo Clostideo.
-         Jajajajaja…. Ahora vas a ver lo que te va a pasar por tener ese nombre tan ridículo.

Pero antes de que pasara nada, a un grito de “a por éeeeeel”, entre Tomatera, Choricero, Zurunlaira y Jambrina, se echaron encima de Jack y le agarraron, dejándolo quieto por completo. Jack se quedó patidifuso.

-         Vamos a ver… -- Dijo Tomatera -- ¿No pretenderás pegar a un miembro de nuestro club no?
-         ¿Vuestro club?
-         Si, nuestro club. Somos el club de los niños con nombres raros.
-         Pues entonces yo no puedo estar con vosotros
-         Te equivocas. Si te inventas tu propio nombre raro puedes unirte a nosotros – Tomatera pensó que era mejor tener a Jack como amigo que como enemigo, y al fin y al cabo es un niño, con lo que seguro que le gustaria jugar. Además tener un amigo fuerte siempre es una ventaja.
-         ¿Ah si? – A Jack nadie le habia invitado nunca a un club, porque todo el mundo lo juzgaba por su apariencia. Parecia un niño malo, pero el sabia que no lo era en realidad. Así que aceptó la invitación. – ¡Pues genial!
-         Estupendo, pues inventate un nombre y te soltaremos, y además pertenecerás a partir de ahora a nuestro club.
-         Mmmmm – Piensa que te piensa, Jack se inventó un nombre raro que le gustara, y que además no sonara a niño malo. – ¡Ya lo se! Me pienso llamar Bombito

A todos los niños les pareció un nombre de lo más gracioso, por lo que se carcajearon de lo lindo. Jack, mejor dicho, Bombito, ya era uno más del club.

Y mientras tanto, los demás niños de la clase miraban atónitos cómo lo que ellos consideraban la pandilla de los niños raros era capaz de hacer frente a aquel brutote y además de hacer que fuera amigo de ellos. Eso hizo que el club de los niños con nombres raros se ganara el respeto de toda la clase y no tardaron en unírsele a él más niños,… eso si, a condición de que tuvieran su propio nombre raro.

Asi que Tomatera acabó por darse perfecta cuenta de lo que sus padres le decian. El ser diferente es algo para sentirse orgullosa. Y además todos los niños del club se sentian orgullosos por eso mismo.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.

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