lunes, 11 de abril de 2011

La Luna que comió queso

Esta es la historia de como un monton de casualidades puede llevar a que las cosas más inverosímiles puedan ocurrir.

Era una vez la Luna. Estaba redonda y blanca y mas grande que nunca. Iluminó la noche y también con tanta intensidad a la Tierra que incluso ella misma, con sus diminutos pero potentes ojos podia ver todo lo que ocurría en las ciudades, en los rios, en los lagos, en los valles, en las montañas.

Y en esto que se fijó la Luna en un caserío. En el caserío un venerable anciano hacía los mejores quesos de la comarca y sus alrededores. Era un queso tan rico que hasta su olor era delicioso. Y era tan penetrante que hasta la Luna lo olió. Y a la Luna se le antojó el queso.

La Luna, piensa que te piensa, intentó dar con la manera de conseguir un pedazo de queso. Y dio finalmente con la solución.

Brilló tanto, con tanta fuerza que un rayo de su luz se reflejó en el reloj de la plaza del ayuntamiento, y concentró su luz en un punto, donde justo había un mosquito, que estaba descansando después de picar a un caballo. Salió volando, medio cegado por el resplandor y en su atolondrado vuelo tropezó con un grillo que estaba comiendo de la verde y fresca hierba que crecía en el parque que estaba frente al ayuntamiento, mientras hacia sonar su cri-cri-cri-cri incesante y particular. Así que cuando dejó de hacer su sonido, todos los demás grillos dejaron de hacer lo mismo.

Y el buho que estaba cerca del caserío, algo lejos del ayuntamiento se alertó y pensó que es que algún ratón andaba cerca de ahi. Giró su cabeza, y en el giro en sus ojos se reflejó la luz de la luna. Un ratoncito de campo que estaba cerca salió corriendo aprovechando el despiste del buho, que estaba mirando para otro lado.

El buho se percató pera ya era tarde. El ratón se metió en el caserío y fue a parar justo donde estaban los quesos del anciano. Y sin quererlo hacer, empujó a un hurón que andaba comiendo quesos y salió corriendo asustado con un trozo de queso en la mano, hasta alcanzar un arbol.

En el árbol había una ardilla que, al ver el trozo de queso, se pensó que era una bellota. Así que cuando el hurón pasó cerca de la ardilla ésta le quitó la supuesta bellota, haciendo que el huron se sorprendiera y se diera un mamporro con una gruesa rama. La ardilla al no oler a bellota, sino a otra cosa (el queso) se asustó también y lanzó el trozo de queso por los aires, yendose a pinchar en una rama de la copa de un árbol. Asi que el arbol no tuvo más que acercar su rama hasta la Luna para que ésta en un "aaaaaaauummmmmmm" se lo tragara golosa.

Y así fue cómo la Luna consiguió comer queso.

Y colorón colorado, este cuento se ha acabado.

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